pesar de lo dispuesto en la ley de medios
audiovisuales, es difícil establecer con precisión quiénes son los
dueños de la mayor parte de las emisoras de radio y TV porque no se
cumple con la obligación legal de publicar una "carpeta de acceso
público" en Internet con información sobre sus dueños y su proyecto
comunicacional. Y ésta es sólo una de las transgresiones que permite la
Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca).
Lejos de ser un organismo técnico, Afsca se convirtió
en un ente militante. Ni siquiera Damián Loreti, el abogado que escribió
el primer borrador de la ley de medios, pudo demostrar los pergaminos
de militancia suficientes para presidirlo. En su lugar llegó Santiago
Aragón, un hombre de confianza del primer presidente de esa autoridad y
actual vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto. Sin embargo, el
presidente en las sombras es el vice, Ignacio Saavedra, uno de los
referentes de la agrupación La Cámpora y hasta hace pocos meses
subgerente de noticias del estatal Canal 7.
En los dos meses que lleva al frente de Afsca, Saavedra
logró tirar por "la ventana" a varios históricos de "la batalla por la
comunicación": el anterior vicepresidente, Manuel Baladrón -que como
diputado fue una de las voces cantantes en el debate de sanción de la
ley- y Luis Lázzaro, coordinador general y ex mano derecha de Mariotto.
Desde hacía varios meses, Lázzaro tenía prohibido por la Oficina
Anticorrupción actuar en expedientes tramitados por su esposa gestora,
Susana Pachecoy. También se fue el director administrativo Alberto
Baduán. El poder interno de Aragón es relativo: Saavedra logró que se
apruebe un nuevo reglamento interno que estableció que para que tengan
validez, las decisiones de Afsca deben ser firmadas por el presidente y
el vice.
Afsca administra la flojera de papeles. En ese rubro,
el caso del Grupo Telefé es especialmente destacable.
El principal
accionista de esa empresa, que además del canal 11 de Buenos Aires
incluye la mayor red de TV abierta privada del país con otros ocho
canales en las principales ciudades, es Telefónica de España, a su vez
controlante de Telefónica de Argentina. La ley de medios es
especialmente clara en ese punto: ninguna empresa de servicios públicos
puede tener empresas de comunicación audiovisual. Además, las empresas
de telecomunicaciones están impedidas de ingresar en este sector. La
misma norma impuso limitaciones estrictas a la formación de cadenas de
radio privadas: por eso Cadena 3 recurrió a la Justicia para evitar su
desmembramiento. Ese punto también afecta a Radio Continental, del
español Grupo Prisa, que había constituido una extensa red en el
interior del país. Ni Telefónica ni Prisa ni tampoco el empresario
mexicano Ángel Remigio González González (dueño de Canal 9, FM Aspen y
el Canal Suri de la TV digital estatal) cumplen además el requisito de
extranjería previsto en la ley. En ese punto, el argumento legal es la
vigencia del tratado de reciprocidad de inversiones firmado con Estados
Unidos por el ex presidente Carlos Menem. Según ese texto, los
inversores norteamericanos deben ser tratados en Argentina como si
fueran argentinos. Telefónica, Prisa y Albavisión (nombre del grupo de
González) operan aquí mediante firmas radicadas en Estados Unidos.
En TV paga, detrás de Cablevisión (Grupo Clarín) y
Supercanal, el tercer operador en cantidad de abonados es Telecentro,
del ex diputado Alberto Pierri, beneficiado por Afsca con extensiones de
su licencia de operación en La Matanza. Mientras el organismo no logró
aún que otros operadores del servicio comiencen a competir en este
segmento, y al tiempo que exige a Cablevisión una licencia por distrito,
a Telecentro se le permitió expandirse por el norte y el sur del
conurbano sin mayores requisitos, algo que incentivó la competencia en
TV, banda ancha y telefonía. Telecentro es la única empresa que ofrece
los tres servicios -paquete que se conoce como triple play-, lo que la
convierte en operador monopólico en ese segmento.
J.C
Fuente: La Nación, Argentina
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