En mi cotidianidad de estudiante colombiano en el exterior, muchas veces tengo el placer de sentirme como en casa, gracias al recurso maravilloso de poder sintonizar a través de internet la señal en vivo de la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, “mi” estación radial de toda la vida.
Por estos días en que esta ilustre radiodifusora está cumpliendo 77 años de fundada, recibo con complacencia la noticia de que el honorable Concejo de Medellín la ha exaltado con la condecoración “Orquídea de Oro” en la categoría “Mérito Educativo y Cultural”. Este es un justo reconocimiento a una entidad pionera (primera emisora universitaria de América) que lleva casi ocho decenios “civilizándonos” gracias a su permanente afán por propulsar la cultura en la comunidad. Hace bien el cabildo municipal cuando exalta la labor de esta emisora que ha hecho suyos objetivos tan loables como son los de buscar la conservación y el mejoramiento de nuestros valores artísticos y humanísticos, fortalecer en nuestro medio el interés por la alta cultura, ser bandera educativa y social del departamento de Antioquia, difundir las realizaciones y proyectos de la Alma Máter e impulsar y desarrollar la creación de un sentido nacional en lo cultural, lo social, lo científico, lo político.
Aunque fue creada con ánimo experimental, a través de estos 77 años, se ha convertido en uno de los más eficaces vehículos de extensión de la Universidad de Antioquia. Hasta hoy, ha sufrido numerosas transformaciones, y en la actualidad, ajustada a los requerimientos técnicos del momento y con la colaboración de un buen número de especialistas, trabaja ciñéndose a los principios humanistas que rigen a la Alma Máter de los antioqueños (que no “al Alma Máter”, ya que a pesar de que empiece por “a” tónica, los determinantes que preceden a este latinismo no deben tomar la forma masculina, como señala el gran lexicógrafo Martínez de Sousa).
El origen de la emisora corresponde a los estudios sobre radiodifusión verificados en 1933 en el gabinete de Física de la Universidad, impulsados por los profesores José J. Sierra y Próspero Ruiz. En ese entonces, se reducía a un pequeño equipo de onda corta para experimentación científica. Posteriormente, en 1938, con apoyo de la Asamblea Departamental, fue adaptada al sistema de onda larga. Funcionaba la emisora en el primer piso del antiguo edificio San Ignacio, el mismo inmueble en el que tiene asiento hoy en día. Sin embargo, durante años, su sede operó en Girardot x Pichincha (antigua Facultad de Derecho) y, posteriormente, en Ayacucho x Girardot (entonces Biblioteca General).
En sus primeros años de labor, cuando sólo estaba al aire unas pocas horas en el día, el énfasis de su programación viraba hacia la enseñanza de idiomas y hacia la divulgación de la música culta. Hoy, en sus 24 horas de transmisión diaria ofrece una completa “parrilla” educativa, informativa y musical, con cuatro conciertos diarios, audiciones especiales de música coral, barroca, de escena, Ópera, de cámara, etc.; de enseñanza sobre la música académica (aniversarios musicales, los compositores y su obra, obras maestras de la Música...); divulgación de la música folclórica y popular de Colombia y de otras latitudes y de las nuevas corrientes rítmicas mundiales; análisis de autores y de artistas, de grandes hombres..., para educar, informar y entretener.
La emisora mantiene desde sus comienzos una continuidad en cuanto a los temas predominantes de sus espacios radiales y en cuanto a su finalidad educativa. Su programación, netamente cultural, concibió un estilo de radio seria que ha destacado los acontecimientos artísticos que suceden en la ciudad de Medellín. “Creó un ambiente y una necesidad en el pueblo antioqueño: el gusto por la Música Clásica”, cita Lucía Obando Cadavid, en su tesis de grado acerca de esta emisora.
No demoró mucho en llegar su alcance hasta otras ciudades del país y hasta otros países, no sólo de América, sino también de Europa, Asia, África y Oceanía, gracias a su equipo de onda corta. En los años cuarenta, es destacable la interrelación con grupos de radioaficionados de Norteamérica, con los cuales la emisora mantenía comunicación.
Es preciso comentar que, con excepción de algunas donaciones de equipos y material fonográfico, la emisora siempre ha estado financiada por la Universidad. De su inmensa y exquisita fonoteca, obsoleta en un buen porcentaje, es de donde se realizan programas de Música Clásica especializada, como los conciertos o los especiales de Ópera y Zarzuela. De igual manera, hay una vasta colección de material musical folclórico de todo el mundo y de música de entretenimiento y didáctica.
En su primera etapa de funcionamiento, la emisora tuvo mucha colaboración de institutos, centros literarios, consulados y entidades culturales de la ciudad, que realizaban emisiones periódicamente. Por estos tiempos, se empezaron a consolidar también convenios de asistencia con los principales centros de organización cultural del mundo, medios de Alemania, EEUU, España, Francia, Canadá, URSS, Israel, Gran Bretaña, Costa Rica, Sudáfrica y de la ONU, para el suministro de material especializado, en pos de incrementar la divulgación científica, técnica y musical, campo en el cual la emisora ha podido mantenerse al día, en todos los registros del saber. Hoy en día, la emisora continúa recibiendo colaboración de muchas de las mayores cadenas culturales del Orbe.
Fuente: El Mundo, Colombia
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