La adquisición de Radio 10, C5N y cuatro emisoras de FM por Cristóbal
López no es ajena a las persecuciones oficiales
a venta de los medios audiovisuales de Daniel Hadad
al grupo que lidera Cristóbal López constituye un nuevo capítulo de la
obsesión del Gobierno por controlar a los medios de comunicación.
El desprendimiento de un conglomerado de medios que
constituían un éxito comercial, ocurrido luego de una cadena de
supuestos accidentes que podrían ser interpretados como presiones a su
dueño, invita a sospechar que pudo haberse tratado de una operación
forzada.
Según relató uno de los más representativos conductores
de Radio 10, Oscar González Oro, Hadad le confió: "Tuve que vender".
Esto da cuenta de alguien que no tenía en sus planes deshacerse de su
grupo de emisoras, integrado también por la señal de televisión por
cable C5N y por las radios de frecuencia modulada Vale, Pop, TKM y Mega.
La relación cultivada por Hadad con el gobierno kirchnerista, que
durante años había sido muy fructífera en términos de ingresos por
publicidad oficial, había comenzado a desgastarse. El empresario dejó de
ser visto por la Casa Rosada como un socio confiable y comenzó a
percibir una ofensiva oficial en distintos frentes.
Se trata, lamentablemente, de una percepción que muchos
hombres de empresa tienen, paralela a los anuncios sin tapujos de
funcionarios kirchneristas que se jactan de "ir por todo" y al desprecio
que exhibió recientemente el oficialismo por los procedimientos
previstos en la propia Constitución para apropiarse de las acciones de
YPF.
La sensación de que cualquiera puede ser víctima de la
persecución kirchnerista, traducida en continuos ataques a la libertad
de prensa y en restricciones al comercio o al ejercicio de cualquier
industria lícita, está más vigente que nunca.
Al contexto en que se produjo la venta de los medios
del grupo Hadad hay que agregar una cadena de hechos sospechosos: en
abril de 2010 fue baleado un restaurante ubicado sobre la ruta
Panamericana en el preciso momento en que se festejaba el cumpleaños de
su esposa; dos meses después se estrelló un helicóptero de C5N y en
octubre de 2011 se produjo el extraño derrumbe luego de un incendio de
una antena del conglomerado mediático. Las empresas de Hadad, además,
habían soportado varias inspecciones de la AFIP en las que, al parecer,
el organismo de fiscalización habría detectado incumplimientos.
No menos revuelo causó el grosero episodio de censura
que sufrió en C5N el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, abruptamente
sacado del aire en momentos en que vertía críticas opiniones sobre el
gobierno nacional. En aquel momento, Hadad brindó una explicación
increíble, basada en un supuesto "exceso de formalismo" en los horarios
del canal. La versión que han dejado trascender dos fuentes muy
confiables es que Hadad habría dispuesto el levantamiento del programa
tras dos llamadas telefónicas que le efectuara la propia presidenta
Cristina Fernández de Kirchner.
Como hemos señalado desde esta columna editorial, el
periodismo afronta en la actualidad un período de singular peligro, como
nunca se vio desde la reapertura democrática.
Nunca antes se había utilizado tan descaradamente la
pauta publicitaria oficial con la intención de premiar a los medios
dóciles y de disciplinar a aquellos que pretenden actuar con
independencia frente al poder político.
Los intentos por silenciar a la prensa no oficialista
implican todo tipo de presiones y maniobras, tales como castigos
comerciales, demandas judiciales, inspecciones impositivas, escraches y
la utilización de los medios del Estado para la puesta en marcha de
campañas dirigidas a desprestigiar a periodistas o empresarios de medios
que no adhieren al relato oficial.
Uno de los últimos capítulos de esta política es la
conformación de un gran multimedio oficialista, cimentado sobre los
cuantiosos recursos de la publicidad oficial de los cuales nadie rinde
cuentas. La curiosa concepción que justifica esta intención del
oficialismo se basa en la creencia de que la opinión pública es una masa
fácilmente manipulable, lo cual se asocia con la compulsión
gubernamental a ocupar el lugar de emisor privilegiado para dominar lo
que el público puede ver y juzgar.
Como parte de esa estrategia se ubica la controvertida
ley de medios de comunicación audiovisual, con variados dispositivos
intervencionistas, que van desde una nueva distribución de las
frecuencias en detrimento de los licenciatarios privados hasta la
obligación para distintos grupos empresariales de malvender parte de sus
activos con un plazo compulsivo y sin respeto por los términos fijados
en los contratos o licencias. Esta última norma obligaba al grupo Hadad a
desprenderse de dos de sus cuatro radios FM localizadas en el área
metropolitana, que ahora serán transferidas al empresario kirchnerista
Cristóbal López.
La situación planteada refleja un nuevo avance del
kirchnerismo en su proyecto hegemónico al que seguramente el propio
público le fijará límites, como lo ha hecho con los numerosos medios que
en los últimos años han pasado a manos confiables para el oficialismo y
que han sufrido una caída libre en términos de audiencia..
Fuente: La Nación, Argentina
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