Desde mis tiempos de estudiante en la Carrera de Comunicación, la rama por la que siempre me sentí muy atraído fue definitivamente la radio. De los “laboratorios” de las diversas doctrinas en Medios Masivos siempre fue mi favorita… un medio en el que con muy poco se puede hacer demasiado.
Después de 15 años trabajando en diversos empleos ligados a la producción, la publicidad y la mercadotecnia, finalmente me encuentro trabajando en el medio… y ya que conoces desde el interior el engranaje de la radio, te das cuenta de lo complejo y fascinante que es.
Cabe reconocer que para quienes somos noveles en esto, las cosas ahora resultan sumamente fáciles… bendita tecnología que puede hacer que casi cualquiera se plante ante un micrófono. Con sistemas que te indican que tema estás programando, quien lo canta, cuanto tiempo dura… además de poder acceder vía Internet para complementar la información del grupo o artista que estas tocando… si sabes leer bien y cuentas con buena dicción… ya la hiciste.
Lo anterior sirve para reflexionar, ya que con esto que menciono, digamos que el llamarnos “locutores” a los que hacemos esta labor actualmente quizás suene pretencioso… más ante los ojos de quienes hicieron historia en los micrófonos.
En más de una ocasión he estado en acalorados debates donde están “voces de la vieja guardia” que, blandiendo argumentos de peso, consideran que quienes ahora ocupan la silla y abren el micrófono para comunicarse con la audiencia no son locutores… mas bien… animadores.
Y es que para los que hicieron historia en el medio, las cosas son muy diferentes… antes para poder ser locutor, aparte de contar con su respectiva licencia, se requería de una excelente voz, un coeficiente intelectual considerable, presencia… tablas.
Yo comparto que quizás ahora muchos de quienes abrimos la boca ante un micrófono ya no somos de esa élite que en todas y cada una de nuestras ciudades dejaron huella y marcaron la diferencia. Muchos de los que en este momento leemos esto nos acordamos de tal o cual voz que en nuestra ciudad nos acompañó en el día a día en nuestra radio. Aquellos personajes ya inmortales que les tocó vivir la evolución de un medio que ahora compite mucho más agresivamente que antes.
Hoy si analizamos el espectro radiofónico nos encontramos con una gama inmensa de personas y personajes que van de lo sutil a lo sublime, de lo fino a lo grotesco, de lo elegante a lo chafo.
La radio ahora debe satisfacer la cada vez más intensa demanda del mundo en el que vivimos. Ya no solo sirve tener los éxitos del momento (porque la música que toca uno también la toca el otro) sino que es necesario darle mejores contenidos al radioescucha, agregarle ese factor que marque la diferencia. Ahora si queremos tener la preferencia del auditorio le tenemos que dar mucho más… información, entretenimiento, algo que lo haga sintonizarnos.
Una vez un amigo comunicador sentenció que con la Internet y los reproductores de Mp3 la radio estaba condenada… mismo mensaje que escuché cuando empezaron a hacerse populares los reproductores de CD… mismo mensaje que escuché cuando empezaron a hacerse populares los cassetes (unos cartuchitos de plástico con música en cinta que escuchábamos por allá en la década de los ochenta).
Yo en lo personal siento que la radio seguirá evolucionando, porque es el medio que no te roba toda tu atención, lo puedes invitar a tu auto, a tu baño, a tu cama… y hacer otra cosa mientras te acompaña.
Alberto Chávez Valdez
Fuente: Milenio blogs
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