En nombre de la moral, de la ética y de las buenas costumbres, vengo a manifestar mi total disconformidad con el libertinaje comunicativo mediático proferido por algunos periodistas de Radio Mil.
La opinión pública paraguaya debe estar alerta, observar, analizar y sancionar moralmente este execrable comportamiento, destructivo de valores, que coloca en peligro el futuro y la imagen del país y de la sociedad misma. Esta mencionada emisora está abusando de su derecho de concesión y esto no es una broma, ni para reírse es grave y serio.
Comunicadores inescrupulosos exaltan problemas y dramas íntimos particulares suyos descargándose en difamaciones de cuños pornográficos, utilizando nombres de personas honorables de la sociedad paraguaya. Una terrorífica y absurda falta de respeto.
Otros se dedican a rumores, chismes y comentarios pobres, mediocres, antiéticos con vocabularios analfabetos, son vanidosos que muestran además constante prepotencia y autoritarismo. Es la antitesis de la educación urgida.
Señoras y señores, Radio Mil también está en internet. El Paraguay empieza un nuevo gobierno, una nueva era y una nueva imagen son esenciales, no solo por inversionistas, por curiosos o aficionados del mundo radial, también por los nacionales residentes en el exterior, no debemos deprimir, implodir o achicar la cultura y la esencia paraguaya. Ni censuras, ni excesos.
Digamos no a los destructores del Paraguay.
Marzha Navarro
Fuente: La Nación, Paraguay
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