LUIS PRATS
La posibilidad de escuchar voces y sonidos generados a kilómetros de
distancia fue el primer milagro tecnológico del siglo XX. Eso
justificaba que toda la familia se reuniera ante el fantástico aparato y
guardara silencio cuando el padre movía las perillas tratando de lograr
la mejor sintonía.
Pasaron 90 años y con ellos nuevas invenciones, que fueron gastando la
capacidad de asombro del ser humano. Pero la radio mantiene su vigencia,
y eso es otro milagro de la tecnología. Llegó la televisión en blanco y
negro, después en colores, después de alta definición, y el
cinemascope, el 3D, la computadora, los celulares que hacen de todo, los
mensajes instantáneos… Y la radio sigue allí. Ya no es necesaria la
rueda familiar en la sala para escucharla: es una de las razones de su
supervivencia. Las voces y sonidos surgen hoy en la cocina, la mesa de
luz, el auto, la playa, la tribuna, la PC...
Dos figuras de larga trayectoria en los medios aportaron su explicación.
"Comencé en la radio en 1948. Me parece algo mágico, porque permite el
suspenso: imaginar, soñar, crear imágenes, como ocurría con los
radioteatros, que eran historias de maravillas. Cuando apareció la
televisión perdió mucho, pero fue repuntando y hoy ocupa muy buen
sitial. Yo la sigo escuchando, en casa, en el auto, en todos lados",
aseguró Cristina Morán. "Empecé en 1957, 1958, una época muy especial de
la radio y del país, pasando música y colaborando en radioteatros en
Centenario. Era apasionante. Me permitía tener lo que yo llamaba `los
amigos del aire`, gente que no conocía pero sabía que estaba allí. Sigo
siendo un hincha a muerte de la radio", dijo en tanto Homero Rodríguez
Tabeira.
DIEZ VATIOS. En Uruguay, todo empezó casi de casualidad. En 1921, la
compañía estadounidense General Electric presentó un aparato transmisor
de radio, de apenas 10 vatios, en una exposición sobre comunicaciones
que se realizó en Río de Janeiro. Con el proverbial temor de los
gobiernos ante los inventos, el brasileño creyó que el artefacto podía
utilizarse para revelar secretos de Estado y prohibió su exhibición. El
aparato fue enviado a Buenos Aires, donde quedó demorado en la aduana,
hasta que terminó en la oficina de la General Electric en Montevideo,
según el investigador Jacinto Duarte en su libro La radiotelefonía y la
publicidad. Un empleado de la empresa, Claudio Sapelli, hábil y curioso,
comenzó a trabajar en el sistema junto a su compañero de trabajo Emilio
Elena.
Ildefonso Beceiro, hombre de radio y televisión, sostuvo en su libro La
radio y la TV de los pioneros que la primera transmisión "estable" de la
radio General Electric se realizó el 15 de agosto de 1922, con voces y
música a cargo de Sapelli y Elena. Claro que la emisión "se borraba"
cuando la estación de telegrafía del Cerrito iniciaba su actividad. La
propia radio considera su fecha inaugural el 14 de diciembre de 1923,
cuando comenzó a emitir regularmente. En 1931 pasó a llamarse El
Espectador.
Ese mismo 1922, el comerciante Sebastián Paradizábal intuyó que la venta
de receptores podía resultar un gran negocio, se compró un equipo más
poderoso que el de General Electric y armó la radio Paradizábal, que
estuvo al aire el 6 de noviembre. "¡Hola, hola! Pedimos a toda persona
que oiga esta estación a la distancia que sea que quiera tener la
oportunidad de avisarnos cómo nos oyen a Casa Paradizábal, 18 de Julio
853, Montevideo. Gracias", decía un locutor. La emisora, que fue la
primera en pasar avisos, cerró sin embargo en 1930.
Como radio General Electric interrumpió su servicio a la espera de un
transmisor más potente, con los años surgió la polémica sobre cuál fue
la primera radio uruguaya. Una comisión de la Asociación Nacional de
Broadcasters Uruguayos (Andebu) dictaminó en 1972 que fue la General
Electric.
Los receptores primitivos eran conocidos como "radios a galena" porque
utilizaban para captar las ondas de radio una piedra de "galena"
(sulfuro de plomo), colocada en una superficie rectangular de madera con
una base de cobre ajustada a la varilla auricular. Tan populares se
hicieron que, como Paradizábal, la casa Harispuru de artículos
eléctricos instaló en 1928 su propia emisora, Fada Radio, para promover
los receptores de la marca Fada. En 1939 se convirtió en radio
Universal.
En la Nochebuena de 1924 salió al aire radio Monte Carlo, la más antigua
entre las que mantienen su denominación. Después fueron Nacional
(1925), Carve y Westinghouse (luego Oriental) en 1928, y Fénix (1929).
La primera emisora del Estado, a través del Sodre, CX 6, salió al aire
el 1° de abril de 1930. Al iniciarse esa década, el dial montevideano
estaba casi completo, aunque con el tiempo varias de las emisoras
originales dejaron su lugar a otras (ver infografía).
También comenzó la gran competencia por ofrecer lo mejor en música,
deportes, variedades y por supuesto información. El 18 de julio de 1930
Carve presentó el primer reporte meteorológico, en la voz de un muy
joven Carlos Solé, que trabajaba entonces en Meteorología. En 1932, El
Espectador instaló en su local una teletipo de la agencia UPI, para no
perder tiempo en la difusión de las noticias. Con los años, Carve tuvo
su programa insignia con Tomándole el pulso a la república, de Omar
Defeo. Se asegura que el gran impulso a la radio periodística lo dio el
conflicto de la prensa en 1967, que dejó a los montevideanos sin
diarios. A partir de 1974, con En vivo y en directo por Sarandí,
dirigido por Néber Araújo, la mañana se especializó en programas
periodísticos.

POLÍTICA Y FÚTBOL. Muy pronto se descubrió el potencial de la radio como
comunicadora de ideas. El primer discurso político por este medio lo
realizó el líder colorado José Batlle y Ordóñez, el 12 de noviembre de
1922 por radio Paradizábal. Pese al impacto que significaba, Batlle no
quedó del todo satisfecho: le molestaba el micrófono, que debió llevar
colgado del cuello, por lo cual apenas concluyó su oratoria, reclamó,
todavía al aire, "¡Sáquenme esta porquería de aquí!". Pero la radio
quedó vinculada por siempre al proselitismo: el conductor de la lista
15 colorada Luis Batlle Berres fue propietario de Ariel, el dirigente
ruralista Benito Nardone se hizo conocer en la década de 1940 por su
audición en Rural, los editoriales de Germán Araújo en CX30 en los `80
contribuyeron a su carrera en el Frente Amplio, el relator y propietario
de Continente Heber Pinto llegó a ocupar una banca por el Partido
Colorado, el MLN arrendó Panamericana en la década de 1990, el
Movimiento 26 de Marzo posee radio Centenario y el presidente José
Mujica tiene su audición en la FM M24.
Las transmisiones regulares de fútbol se iniciaron con la Copa del Mundo
de 1930 a través del Sodre, con Ignacio Domínguez Riera y Emilio Elena
en los relatos. Terminaron convirtiéndose en una tradición uruguaya que
hizo la fama de Carlos Solé, Duilio de Feo, Heber Pinto, Lalo Fernández y
Víctor Hugo Morales, entre otros. También hay básquet y automovilismo
por radio y en el tiempo de oro de las bochas se llegó a relatar alguna
competencia. La primera emisora exclusivamente deportiva fue radio
Sport, a cuyo impulso nació la Vuelta Ciclista del Uruguay. Y atrás de
los ciclistas salió en 1937 el primer móvil, un coche Skoda con un
equipo transmisor de la Sport.
Después de la palabra, lo primero que se escuchó fue música. Varias
emisoras tuvieron fonoplateas, para que el público viera actuar a los
artistas. Carlos Gardel cantó en Carve el 6 de octubre de 1933. Rubén
Castillo comenzó a revolucionar Sarandí y las preferencias musicales de
los jóvenes en la década de 1950 con Discodromo. Monte Carlo hizo un
clásico de Aquí está su disco, que aún perdura. Y los Beatles se
hicieron conocer por radio.
Desde los `30, varias emisoras competían con radioteatros, que hicieron
conocidas (por lo menos a través de la voz) a figuras como Isolina
Núñez, Humberto Nazzari, Luis Alberto Negro o Julia Amoretti. Los
programas cómicos representaban otro punto fuerte. En 1936, uno de los
artistas, Eduardo Depauli, llenó el Estadio Centenario para uno de sus
shows. También estuvieron por allí los Collazo, Wimpi, Juan Carlos
Mareco (Pinocho) y Roberto Barry.
Radio Imparcial proclamó que el día de Reyes de 1955 se convirtió en la
primera en el mundo en transmitir las 24 horas del día, gracias a un
novedoso sistema para refrigerar sus equipos. Poco tiempo después, otra
invención, el transistor, permitió fabricar receptores portátiles, lo
cual multiplicó el alcance de la radio justo cuando la aparición de la
televisión parecía una amenaza.
El 3 de mayo de 1960 apareció la primera radio en frecuencia modulada
(FM), una banda que asegura mayor calidad de sonido: CXD 238 Emisora Río
de la Plata, ahora 95.5 Emisora del Plata. Luego se sumaron Emisora del
Palacio (1962) y Azul FM (1976). Hoy, la audiencia de las FM supera a
las de amplitud modulada (AM) también porque la aparición de tecnologías
permiten su reproducción, como celulares, mp3 y mp4, a diferencia de
las AM.
La mayor accesibilidad de los transmisores hizo posible, en
tiempos recientes, la aparición de las llamadas radios comunitarias. Es
difícil aventurar qué ofrecerá la radio cuando cumpla su centenario en
Uruguay, de qué artilugios brotarán voces y sonidos: lo seguro es que la
radio seguirá allí.
PIONEROS Y POLÉMICAS
La primera radio del mundo en operar con licencia, según algunos
investigadores, es la KDKA de Pittsburgh, Pensilvania (Estados Unidos),
que salió al aire el 2 de noviembre de 1920. Otros cuestionan ese dato,
incluso desde Argentina, pues el 27 de agosto de aquel año se realizó
una transmisión experimental desde el teatro Coliseo de Buenos Aires. De
cualquier manera, por sobre los ensayos, la KDKA sigue transmitiendo,
ya avanzado el siglo XXI, en la frecuencia 1020 AM.
EL PRIMER RELATO DE FÚTBOL
El 1º de octubre de 1922, Sapelli y Elena realizaron la primera
transmisión de un partido de fútbol en Uruguay y posiblemente en el
mundo, según el libro Un grito de gol, del periodista Joel Rosenberg.
Fue histórico y a la vez curioso: Sapelli "relató" Uruguay-Brasil por el
Sudamericano de Río de Janeiro desde la terraza de los diarios Del
Plata y El Plata, contigua al teatro Solís. Obviamente, no vio el
encuentro, sino que hilvanó la narración con la escueta información que
aportaban muy de tanto en tanto los cables del enviado de esos
periódicos a Río, Enrique Arechavaleta. No hubo grito de gol inaugural
porque el partido terminó cero a cero.