lunes, 16 de julio de 2012

COLOMBIA: Réquiem por la radio comunitaria?

Las emisoras comunitarias son una alternativa de participación, a través de las cuales, los que antes sólo oían, ahora pueden  hablar y construir el tejido social que forma su comunidad. Hoy, existen en Colombia cerca de 686 emisoras comunitarias que, ante la inexistencia de una red vial terciaria, se han convertido en vehículos de la democracia que alcanzan aproximadamente a 3 millones de oyentes-activos que los reconocen como medios legítimos para el fortalecimiento de la vida comunitaria, el desarrollo local y la comunicación entre veredas y cabeceras municipales.

La Radio Comunitaria, tiene sus inicios en el año 1947 conociendo su mayor esplendor en los años sesenta, gracias a la influencia de Radio Sutatenza y el liderazgo del Padre José Joaquín Salcedo Guarín, quien a través de una rudimentaria emisora llevó a los campesinos programas educativos y de doctrina cristiana. Por esa época, los programas radiales fueron un medio para enseñar a leer, a escribir, para enseñar matemáticas básicas, cultura general, mejoramiento de cultivos y catecismo, entre otros temas. Posteriormente, estas emisoras fueron combatidas y censuradas por el establecimiento hasta el año 1997, cuando finalmente se logró su reconocimiento oficial. Este reconocimiento surgió a partir del establecimiento de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, la cual, fundada en la necesidad de garantizar el tránsito de una democracia representativa hacia un modelo participativo, aprobó el derecho a la comunicación como una manera de promover  procesos de articulación social que le dieran protagonismo al pueblo.

Bajo el modelo de emisoras comunitarias, la misma comunidad es quien asume su propiedad y dirección, promoviendo la organización ciudadana y acompañando las necesidades, los reclamos y los grandes acontecimientos sociales. Así, la radio comunitaria se convierte en una instancia de fortalecimiento de la participación y busca democratizar la palabra e incluir activamente a cada ciudadano. Sin embargo, este modelo se encuentra a punto de morir.  Las dificultades económicas de los municipios más pequeños, la ola invernal, el recorte de presupuestos para publicidad, los altos costos de funcionamiento, la concentración de la pauta en los centros urbanos mayormente poblados, la escasa vinculación de los proyectos comunicativos de las diferentes entidades oficiales a emisoras comunitarias y la masiva contratación estatal a emisoras comerciales, hacen que cada día la crisis económica de la radio comunitaria sea mayor. Para julio de 2011, se encontraban en proceso de cobro y pérdida de licencia, más de 200 emisoras comunitarias.

No podemos permitir que se muera esta herramienta democrática, ahogándose en esta grave crisis. En otras palabras, es inaceptable y perjudicial que el derecho a la comunicación en Colombia se restrinja por asuntos económicos desconociendo su importancia para el desarrollo de las comunidades y el ejercicio de la democracia. Es necesario iniciar un debate sobre la responsabilidad económica de los entes públicos en relación con los medios de comunicación comunitarios entendiendo a estos, como instrumento indispensable para la construcción de nuestro futuro democrático y promoviendo un sistema que permita mantener la autonomía de las emisoras comunitarias pero asegurar al mismo tiempo, su sostenibilidad económica.

Fuente: Diario Magangue Hoy, Colombia

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