En esos agrestes parajes solo funcionaba hasta esa fecha un modesto estudio de radio, donde se practicaban los montajes de reportajes y productos artísticos de manera improvisada, con escasos recursos tecnológicos, pero sin dudas la base del ejercicio profesional que hoy tiene lugar en la emisora.
Comenzó así lo que le doy en llamar el central azucarero del éter, un medio que funciona tal si fuese una de esas industrias que reclama constantemente caña y más caña para producir azúcar. Así es la radio, un medio que demanda la asistencia continuada de mensajes, esperados cada día por quienes la sintonizan.
Aunque la lejanía y lo intrincado de Guamá hace pensar a muchos que es un municipio alejado de los adelantos tecnológicos, ese pensamiento desaparece cuando uno se adentra en la planta, donde el Instituto Cubano de Radio y Televisión ha emplazado, para apenas veinte trabajadores, una tecnología digna en trasmisión en Onda Media, como también en formato digital para la red de redes en Internet.
Cada año nos enfrentamos al reto de hacer una mejor radio, para ello dialogamos sobre calidad, objetivos estratégicos para el año y cómo con el presupuesto asignado lograr satisfacer las expectativas de los oyentes.
Me gusta ver a Radio Coral como una joven que llegó a los quince y ahora se propone objetivos mucho más maduros para la vida. Ya sobrepasó la edad de la adolescencia y pretende mostrar otras actitudes que le hagan relucir en festivales de radio y espacios de concurso, donde pueda comparar si en verdad los profesionales del medio hemos adquirido las habilidades y destrezas que justifica el tiempo invertido.
El pueblo al que nos debemos nos convoca siempre a practicar un periodismo responsable, comprometido, quienes opten por esta hermosa carrera, deberán sentir la especial satisfacción de llenar a los oyentes con la más sana espiritualidad. Seguros seguiremos para hacer de este noble reclamo nuestra máxima de todos los días.
Fuente: Radio Cubana, Cuba
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