domingo, 4 de mayo de 2008

Una periodista afgana vive escondida después de ser atacada con granadas de mano

SU VIDA CORRE SERIO PELIGRO

HERAT.- La periodista afgana Khadija Ahadi vive escondida desde hace 10 días después de que su casa fuera atacada dos veces en menos de dos semanas con granadas de mano. Ahadi es subdirectora de la emisora Radio Faryad, en la provincia de Herat –donde se encuentra destacado parte del contingente español en el oeste de Afganistán-, y conduce dos programas radiofónicos críticos con el gobierno, en los que los oyentes pueden intervenir y explicar sus problemas.

El año pasado otra periodista de radio también crítica con las autoridades, Zakia Zaki, fue asesinada en la provincia de Parwan, en el centro de Afganistán, con lo que la Federación Internacional de Periodistas ha alertado del peligro que corre la profesional actualmente amenazada.

"No puedo desvelar dónde se esconde por su seguridad. Su situación es realmente preocupante", explica el director de Radio Faryad, Khalil Amiri, en referencia a Ahadi, y mientras muestra los efectos de las granadas de mano en la casa de la periodista.

Las explosiones dañaron el tejado de un cobertizo, y los cristales de las ventanas de la vivienda, pero no tuvieron que lamentarse daños personales. Ambos ataques ocurrieron por la noche, cuando Ahadi estaba en casa con su familia. Además anteriormente, durante los dos últimos meses, había recibido llamadas anónimas en las que se le amenazaba para que dejara Radio Faryad si no quería sufrir las consecuencias.

Radio Faryad es una emisora modesta –sólo dispone de dos pequeños estudios en un apartamento en Herat- creada por antiguos estudiantes de periodismo. Emite 12 horas al día en el dial 88.4 de la FM en la provincia de Herat, pero se ha hecho especialmente popular porque sus programas intentan reflejar los problemas de la gente común, y da voz a los oyentes.

Precisamente Ahadi dirigía dos programas en los que los oyentes podían intervenir y pedir responsabilidad a las autoridades: '¿Dónde están los representantes del pueblo?', en referencia a los ministros del gobierno y los diputados del Parlamento elegidos en las elecciones; y 'El pequeño bote sin rumbo', en alusión a la ciudad de Herat.

Durante los últimos meses, la periodista había emitido este último programa en directo desde el hospital de Herat y oficinas públicas, como el Ayuntamiento, y los departamentos encargados del suministro eléctrico y el tráfico en la ciudad, y había puesto el micrófono ante los ciudadanos para que explicaran sin censuras si consideraban que la administración es competente y eficaz.

Asimismo, también había entrevistado a un alto dirigente policial que admitió en directo que algunos agentes de las fuerzas de seguridad están implicados en el secuestro de empresarios en Herat, algo que se ha convertido en habitual en esa provincia.

"A raíz de esa entrevista, los servicios secretos afganos me detuvieron y pasé un día en el calabozo", explica el director de la emisora, que añade que fue dejado en libertad gracias a la presión realizada por diversas asociaciones de prensa y la ONU. Los problemas no acabaron ahí: el responsable de los servicios de inteligencia afganos hizo una rueda de prensa en la que perdió los nervios, amenazó a los periodistas presentes y les advirtió que no emitieran sus declaraciones.

Los profesionales de la información hicieron caso omiso, y Radio Faryad no sólo las emitió, sino que hizo una falca con ellas para utilizarla como separador radiofónico entre programas. Después llegaron los ataques contra la periodista.

La policía afgana hace ahora guardia ante la puerta de la casa de Ahadi pero, dado lo ocurrido con las fuerzas de seguridad, ella no se fía y ha huido a la capital afgana, Kabul. Los programas que la periodista dirigía se continúan emitiendo, pero le ha tomado el relevo otro profesional de la información, un hombre: Shahpoor Sabir.

Ahadi no es la única periodista amenazada en Afganistán. En la actualidad incluso hay otro periodista, Pervez Kambaksh, que está en la cárcel condenado a la pena capital por, supuestamente, haber distribuido un artículo que cuestionaba que los hombres en el Islam puedan tener cuatro esposas y las mujeres, sólo un marido.

Fuente: El Mundo, España

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